Podría ser tan indecente que decidí cubrirme, y así nadie podría encontrarme a través de una falacia, y nadie podría darse cuenta de lo que realmente era. Aquella experiencia que tuve en el metro, la verdad no fue muy agradable, es por ello, que desde ese día comencé a ocultar la realidad de un ser que desearía expresarse con una tranquilidad, pero esa tranquilidad se encontraba interrumpida por la sociedad podrida.
Cualquiera podría expresar que hay que dejar a un lado los comentarios de la sociedad, la cual critica solo por falta de cultura, y al momento de hacerlo no respeta las ideas de otras personas, pero son valores que las personas ya traen desde pequeños, pues son así porque así los educaron.
Sin duda mi vida transcurría normal como cualquier otra, tenía un hogar, una familia, cuatro hijos, iba al parque los domingos, tenía un perro y un perico, me gustaba escuchar música, y de vez en cuando me escapaba con los amigos a divertirme por las noches, sin duda las divertidas que nos dábamos eran envidiadas por muchos, o al menos ese es mi punto de vista.
Un día en el Viena, un bar que se encuentra en el centro de la Ciudad de México, conocí a Héctor, un abogado que tenía 2 hijos y una hermosa esposa, él me platicaba sus penas y lo doloroso que a veces le causaba cursar su vida, pues realmente no era lo que él esperaba de ella, ya que al pasar del tiempo, se dio cuenta de que los objetivos que alguna vez se había propuesto, habían cambiado drásticamente.
Este hombre era muy paradójico, a Héctor le gustaba lucir con sus amigos abogados lo macho que podría llegar a ser, y sin duda tenía mujeres por todos lados, nadie se le negaba, pues el tío estaba muy guapo y un cuerpo que muchos de sus amigos seguramente envidiaban. Un día nos hablamos por teléfono y decidimos vernos el viernes por la noche, lo cual me pareció una excelente idea.
Con forme paso la semana, me di cuenta de que Fernanda mi mujer, estaba contenta y compraba vestidos y vestidos, pues tendría una cita con sus amigas de la generación del bachillerato, a lo cual le comenté que yo también saldría y que dejaríamos a los niños con mi mamá, ella aceptó.
Llegando el viernes, cada quién tomo su rumbo, yo fui a un hotel en la calle de Madero, era donde a veces me cambiaba, pues como les comenté al principio tuve que ser un poco más discreto con mi otra vida, me puse la peluca, un vestido amarillo entallado que marcaba mis torneadas piernas, y unas zapatillas plateadas le dieron un toque muy divertido. Después le marqué a Héctor, y le dije que estaba listo, que llegaba en 10 minutos, él dijo apúrate, porque la putita que hoy traje ya se quiere ir y quiero que la conozcas.
Sin duda, estaba muy desesperado para que conociera a esa mujer, le dije que ahí estaría lo más pronto posible, que le invitará una cerveza para distraerla un poco, él dijo “me la ando cogiendo, pero quiero que se valla a su casa, pues quiero que me des lo prometido”.
Al entrar al Viena, pude observar de lejos a Héctor, se encontraba solo, llegué a la mesa, lo saludé, y me regaló una rosa, me senté y le pregunté por su putita, como él había dicho, la verdad no me gustaba ocupar ese término, pero si Héctor decía así, lo tenía que hacer, pues esta noche yo sería Magdalena la sumisa, él me respondió que había ido al baño.
Después de un tiempo se acercaba su putita, él dijo ahí viene, yo me acomodé como toda una dama con un porte y una elegancia, que muchas de las mujeres desearían tener, Héctor dijo “hay eres toda una ramera”, yo solo reí.
“Magdalena, te presentó a Fernanda” dijo Héctor, cuando volteé era mi esposa, era la putita que se andaba cogiendo Héctor, y sin duda más tarde me cogería a mí también, Héctor comenzó a reír, Fernanda dijo “Así que me saliste puto, nunca le quise creer a Héctor”, yo respondí “Héctor planeaste todo esto, porqué lastimar a Fernanda de esta forma”, Héctor rió y dijo “porque somos pareja, y no quiero que la engañes”, yo le dije a Fernanda “como pudiste, no te queda ofenderte, si tú también me engañaste con este tipo”.
“Quiero el divorcio”, dijo Fernanda, le respondí que se lo daría, así yo podría hacer mi vida como yo quisiera, sin presiones, y sin necesidad de estarme ocultando, “ahora entiendo porque llegaste golpeado del metro”, mi mirada se lleno de coraje, así como mi cuerpo de rabia y mis fuerzas de enojo, y me le fui a los golpes a Héctor, pues el había sido él que seguramente me había mandado golpear.
Héctor se sorprendió, nunca pensó que Magdalena lo fuera a dejar sangrado y tirado en el piso, siempre en mi bolsa, cuando me vestía de mi otro yo, guardaba una navaja para defenderme, pero antes de ocuparla lo golpeé con todas mis fuerzas, que se le puso la cara negra, después fueron 3 puñaladas en el corazón, Héctor murió en un instante. Sin duda, no conocía a Héctor de mucho tiempo, pero de lo que si estaba seguro era de que ya lo amaba.
Por eso, decidí darle tres puñaladas en el corazón, Fernanda comenzó a llorar por su Héctor, y me veía con odio, no se si porque le mate a su amante o porque durante 15 años la engañé con una doble personalidad, la abracé y le dije que a pesar de esto, yo la seguía amando, porque era la madre de mis hijos, solo que tenía otros gustos y había hecho las cosas así por mi padre.
Me sentí culpable, engañado por Héctor, ya que todo lo que me dijo era mentira, me entró un remordimiento de conciencia por a ver engañado a Fernanda y a mis cuatro hijos, por formar una familia que tal vez quería o tal vez no quería, realmente estaba confundido.
Ahora estoy en la cárcel por el asesinato de Héctor, a mis hijos no los he visto desde hace 5 años, y Fernanda se fue de indocumentada a EUA, ahora trabajo de prostituirme con los internos en el reclusorio, y estoy rodeado de hombres que me tratan como una dama, ya que con un poco de corrupción los custodios me llevan ropa muy femenina.
Aquí a adentro le he dicho a muchos de mis compañeros que salgan del clóset y que digan la verdad, ya que no es justo engañar a la familia con una doble vida, y mucho más si está involucrada una mujer, y peor aún cuando llegas a tener hijos.
Cualquiera podría expresar que hay que dejar a un lado los comentarios de la sociedad, la cual critica solo por falta de cultura, y al momento de hacerlo no respeta las ideas de otras personas, pero son valores que las personas ya traen desde pequeños, pues son así porque así los educaron.
Sin duda mi vida transcurría normal como cualquier otra, tenía un hogar, una familia, cuatro hijos, iba al parque los domingos, tenía un perro y un perico, me gustaba escuchar música, y de vez en cuando me escapaba con los amigos a divertirme por las noches, sin duda las divertidas que nos dábamos eran envidiadas por muchos, o al menos ese es mi punto de vista.
Un día en el Viena, un bar que se encuentra en el centro de la Ciudad de México, conocí a Héctor, un abogado que tenía 2 hijos y una hermosa esposa, él me platicaba sus penas y lo doloroso que a veces le causaba cursar su vida, pues realmente no era lo que él esperaba de ella, ya que al pasar del tiempo, se dio cuenta de que los objetivos que alguna vez se había propuesto, habían cambiado drásticamente.
Este hombre era muy paradójico, a Héctor le gustaba lucir con sus amigos abogados lo macho que podría llegar a ser, y sin duda tenía mujeres por todos lados, nadie se le negaba, pues el tío estaba muy guapo y un cuerpo que muchos de sus amigos seguramente envidiaban. Un día nos hablamos por teléfono y decidimos vernos el viernes por la noche, lo cual me pareció una excelente idea.
Con forme paso la semana, me di cuenta de que Fernanda mi mujer, estaba contenta y compraba vestidos y vestidos, pues tendría una cita con sus amigas de la generación del bachillerato, a lo cual le comenté que yo también saldría y que dejaríamos a los niños con mi mamá, ella aceptó.
Llegando el viernes, cada quién tomo su rumbo, yo fui a un hotel en la calle de Madero, era donde a veces me cambiaba, pues como les comenté al principio tuve que ser un poco más discreto con mi otra vida, me puse la peluca, un vestido amarillo entallado que marcaba mis torneadas piernas, y unas zapatillas plateadas le dieron un toque muy divertido. Después le marqué a Héctor, y le dije que estaba listo, que llegaba en 10 minutos, él dijo apúrate, porque la putita que hoy traje ya se quiere ir y quiero que la conozcas.
Sin duda, estaba muy desesperado para que conociera a esa mujer, le dije que ahí estaría lo más pronto posible, que le invitará una cerveza para distraerla un poco, él dijo “me la ando cogiendo, pero quiero que se valla a su casa, pues quiero que me des lo prometido”.
Al entrar al Viena, pude observar de lejos a Héctor, se encontraba solo, llegué a la mesa, lo saludé, y me regaló una rosa, me senté y le pregunté por su putita, como él había dicho, la verdad no me gustaba ocupar ese término, pero si Héctor decía así, lo tenía que hacer, pues esta noche yo sería Magdalena la sumisa, él me respondió que había ido al baño.
Después de un tiempo se acercaba su putita, él dijo ahí viene, yo me acomodé como toda una dama con un porte y una elegancia, que muchas de las mujeres desearían tener, Héctor dijo “hay eres toda una ramera”, yo solo reí.
“Magdalena, te presentó a Fernanda” dijo Héctor, cuando volteé era mi esposa, era la putita que se andaba cogiendo Héctor, y sin duda más tarde me cogería a mí también, Héctor comenzó a reír, Fernanda dijo “Así que me saliste puto, nunca le quise creer a Héctor”, yo respondí “Héctor planeaste todo esto, porqué lastimar a Fernanda de esta forma”, Héctor rió y dijo “porque somos pareja, y no quiero que la engañes”, yo le dije a Fernanda “como pudiste, no te queda ofenderte, si tú también me engañaste con este tipo”.
“Quiero el divorcio”, dijo Fernanda, le respondí que se lo daría, así yo podría hacer mi vida como yo quisiera, sin presiones, y sin necesidad de estarme ocultando, “ahora entiendo porque llegaste golpeado del metro”, mi mirada se lleno de coraje, así como mi cuerpo de rabia y mis fuerzas de enojo, y me le fui a los golpes a Héctor, pues el había sido él que seguramente me había mandado golpear.
Héctor se sorprendió, nunca pensó que Magdalena lo fuera a dejar sangrado y tirado en el piso, siempre en mi bolsa, cuando me vestía de mi otro yo, guardaba una navaja para defenderme, pero antes de ocuparla lo golpeé con todas mis fuerzas, que se le puso la cara negra, después fueron 3 puñaladas en el corazón, Héctor murió en un instante. Sin duda, no conocía a Héctor de mucho tiempo, pero de lo que si estaba seguro era de que ya lo amaba.
Por eso, decidí darle tres puñaladas en el corazón, Fernanda comenzó a llorar por su Héctor, y me veía con odio, no se si porque le mate a su amante o porque durante 15 años la engañé con una doble personalidad, la abracé y le dije que a pesar de esto, yo la seguía amando, porque era la madre de mis hijos, solo que tenía otros gustos y había hecho las cosas así por mi padre.
Me sentí culpable, engañado por Héctor, ya que todo lo que me dijo era mentira, me entró un remordimiento de conciencia por a ver engañado a Fernanda y a mis cuatro hijos, por formar una familia que tal vez quería o tal vez no quería, realmente estaba confundido.
Ahora estoy en la cárcel por el asesinato de Héctor, a mis hijos no los he visto desde hace 5 años, y Fernanda se fue de indocumentada a EUA, ahora trabajo de prostituirme con los internos en el reclusorio, y estoy rodeado de hombres que me tratan como una dama, ya que con un poco de corrupción los custodios me llevan ropa muy femenina.
Aquí a adentro le he dicho a muchos de mis compañeros que salgan del clóset y que digan la verdad, ya que no es justo engañar a la familia con una doble vida, y mucho más si está involucrada una mujer, y peor aún cuando llegas a tener hijos.
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