lunes, 3 de diciembre de 2012

Un sueño rojo


Pude abrir los ojos del pesado sueño en el que me encontraba, y del cual no podía despertar, era de aquellos que pesan y se sienten vacíos, como si un acontecimiento extraño hubiera pasado una noche anterior, realmente no sabía que pasaba, solo pensaba que ya era demasiado tarde para presentarme en el trabajo, ¿con qué cara lo haría?, si eran las 2 de la tarde, la hora en que salgo a comer en mis horas laborales.

Mi cabeza daba vueltas, me mareaba dar pasos, así como los rayos del sol que entraban por las rendijas entre las cortinas y las ventanas, me encontraba en un estado muy mal, no recordaba nada e intentaba evocar el pasado, la noche fría de invierno en la que me sumergí...

Entre al baño como pude, me observé en el espejo, lavé mi rostro con agua fría para despejar la mente, al verme fijamente veía a a otra persona, y no me veía a mí, noté en mi cara rasguños, uno que otro moretón, el labio inchado, y un poco de sangre. Me asusté por un momento, ¿me habían asaltado?, ¿me pegaron en la fiesta, y no lo recuerdo?, ¿qué había pasado?...

Me dí un baño helado, para tratar de recordar lo que había pasado anoche, y desinflamar mi cuerpo de los golpes que traía impregnados, unos dedos marcados sobre mi brazo... fue el momento en que me atormenté más, esa huella me era conocida, muy familiar, muy amada por mi corazón, justo era la misma textura grande, dedos largos.

Salí del baño mojado, desnúdo, con forme fui caminando por los pasillos mi vista se volvió roja, como una película de terror, en donde había visto mucha violencia, pensé por un momento que un ladrón se había metido y en la lucha por defenderme, nos habíamos golpeado, pero no podía ser eso, simplemente se encontraban en casa todas las cosas de valor que un ratero puede tomar.

Decidí bajar por las escaleras, mientras me sobaba la cabeza, tenía un dolor intenso, así como un chipote enorme, el cual llegué a la conclusión de que era el culpable de que no recordara nada.

En la sala había grandes cantidades de sangre, en el comedor, en la cocina, por todos lados había sangre, pero no recordaba lo que había pasado, y de las heridas que traía conmigo mismo no era posible que derramara tanto líquido.

Busqué por la casa, y no encontraba nada, el automóvil estaba, me senté a reflexionar y fumar un cigarrillo, tenía que llegar a una conclusión, hasta quedarme dormido...

Después comencé a soñar: "ya no quiero nada contigo, olvidame por completo", pero todos estos años que he pasado a tú lado, ¿no significan nada?, me amas, cierto; "no, nunca te amé, nunca te diste cuenta, no vales nada para mí"; no puedes hacerme esto, en verdad yo te amo, lo he dado y he hecho todo por ti, sin importar lo que esto implique; "que tonto, en unas horas voy por mis cosas a la casa, y será la última vez que me veas, quiero que me saques de tú mente, de tú corazón y de todos lados donde me tengas", fué lo que me había dicho Israel.

Al llegar a casa, yo lo estaba esperando, había aceptado que se fuera de casa, por una parte me sentía bien, el alcohol me había relajado, había ingerido cocaína, mientras te esperaba. Cuando llegaste a mi casa, a nuestra casa, la que había sido tuya por 8 años, comenzaste a tomar todas tus cosas, yo observaba, llorando y emocionado de felicidad, por fin te ibas, sería libre de este amor enfermíso.

En un instante, mis sentimientos cambiaron, alguien que no era yo se apoderó de mi cuerpo, senti su fuerza en las manos, fui a la cocina, tomé una sartén que nos había regalado tú mamá, subí al cuarto "llevate esta mierda, que no la quiero ver, así como todo lo que nos regalo tú madre", lo tomaste, y lo juntaste con tus maletas en el suelo, en un momento en que te descuidaste lo tomé, y te dí un fuerte golpe en la cabeza de coraje, de rabia de saber que el amor de mi vida se iba de mi lado.

Te paraste, y te aventaste contra mi delgado cuerpo, sabiendo que tú eres más alto y con más fuerza comenzaste a golpearme intensamente, yo te decía que pararas, que me materías, pero seguiste... cuando te cansaste de hacerlo, fui al baño a lavarme el rostro. Al mirarme al espejo pude ver mi corazón destrozado, y aparte de eso habías tenido el valor de partirme la cara como si fuera un desconocido con el que alguna vez hiciste el amor, con el que compartiste experiencias y vivencias.

Bajé a la cocina, y comencé a tirar los trastes, y romper cuanta cosa se pusiera en mi camino, bajaste y me abrazaste para determe, pero para qué lo hacías si ya me habías lastimado, y no precisamente por los golpes y heridas que tenía en mi cuerpo, si no de la peor manera en que puedes lastimar a un ser que lo da todo en una relación, el corazón...

Mientras intentaba salirme de tus brazos, tomé un cuchillo que se encontraba a mi alcance, y te lo enterré en el brazo, tú playera se hizo roja en un instante y comenzó a escurrir sangre como la que salía de mi corazón dañado, corrí para huir, fuiste tras de mí, y la sorpresa fué que te recibí con un batazo tus testículos que te dejo inmóvil, fue el momento en que aproveché para poder vengarme, si no serías mío, no serías de nadie más, porque nos juramos alguna vez amor eterno.

Regresé a la cocina, cuando volví a la sala no te encontrabas, por un momento me sentí en una película de terror, pero esta era de amor... te busqué, así que note las marcas de sangre sobre la escalera, subí lentamente, saliste del pasillo y me recibiste con un fuerte golpe en la cara que me regresó a la planta baja de la casa, bajaste y te encimaste sobre mí, para tratar de ahorcarme, fuiste sorprendido por un golpe en la cabeza con el trofeo de fútbol que habías ganado en el campeonato, y que se encontraba al alcance de mi mano.

Si nunca me habías golpeado mientras habíamos estado jurandonos amor, menos ahora en el momento en que habías partido mi corazón en dos, así que tome uno de los cuchillos grandes de carnicero que tengo en la cocina, y te lo enterré en el otro brazo, pero esta vez más pasional, más entregado a ti, mucho más profunda la herida, pegaste un grito desesperado, así que te dí una patada en la cara para que te callaras, esos hermosos dientes de conejito que te me habían enamorado, que me gustaban al sonreír eran bañados en sangre, y uno de ellos había salido de su lugar para colocarse en la alfombra café, que ahora estaba en tonos sangrientos.

Tirado en el piso, tuviste el valor de decirme "puto", me enojé más y te recalque "putos, somos putos que no se te olvide" acompañado de una puñalada más en tú pierna, en tú pié, en tú estómago, en todo tu cuerpo...

Mi mirabas, y yo te observa sufrir, al mismo instante sufría por ti, y salían mis lágrimas que limpiaban mi rostro salpicado por tú dulce sangre, baje, te di un beso en la frente, y te abracé, te coloqué entre mis brazos como si fueras un bebé, mientras escuchaba tú respiración que se hacía lenta y se notaba que te costaba trabajo hacerlo, los dos estabamos bañados en sangre, roja como nuestro amor...

Nos encontrábamos cerca de la pequeña cantina que tenemos, así que abrí una botella de whisky y comencé a beber, te limpié tú carita hermosa con un poco de whisky, ya no eras rojo, tú piel blanca volvía a brillar, veía una lágrima en tus ojos, la cual provocó en mí un llanto intenso.

Acariciaba tú pecho, justo pasaba mi mano soobre tú corazón, hasta que este dejo de palpitar, te había matado, así como tú habías matado a mi corazón, me puse de pié, para llevarte a la cajuela del auto, ahí fué donde te metí, para ocultarte de las visitas, seguí bebiendo hasta que me quede dormido"...

Desperté del sueño, y pensé en la horrible pesadía que había tenido, así que al ver la sangre, todo era tan real como mi sueño, en un abrir y cerrar de ojos llegué al automóvil, y efectivamente... lo que había soñado era una verdad, aquella que ya no tiene vuelta de hoja porque el daño está hecho.

Grité desesperadamente, lloré, así que fuí al baño, colgué una soga en el tuvo que sostiene la cortina de la bañera, me subí al banco, y pensé que si no estabas más para mí, de nada servía vivir, así que de un empujón cayó el banco al suelo, y quedé flotando, hasta que deje de sentir dolor, pues mi corazón se había apagado para alcanzarte en el otro mundo.