miércoles, 19 de enero de 2011

María, la sexo servidora


Todos en esta vida alguna vez o siempre hemos sido actores, ya sea para ocultar una realidad o querer parecer algo que no somos, así me pasó a mí.

Cuando llegué al D.F., fue en contra de mi voluntad, ahora radico en Acapulco, lugar que se ha vuelto parte de mi vida, de mi patrimonio, de mis dos hijos y de las dos caras que tengo en esta vida con mis hijos, son mi única familia, pues mis padres murieron hace mucho para mí, me cambiaron por una vaca para poder alimentar a mi hermano mayor, a mis tres hermanos menores, y por supuesto a ellos.

Mi vida siempre fue de cambios, después de la vaca, pensé que estaría bien con Don José, pero no fue así, a los seis meses de estar con él, me cambió por 10 mil pesos, así es como llegué al D.F. a una red de trata de personas, a quien les iba bien los ponían a trabajar y explotarlos, a quien nos iba mal nos ponían a vender sexo, tenía tan solo 13 años cuando perdí mi virginidad en una violación protagonizada por mi hermano mayor.

Mis padres me odiaron al decir que Jacinto me había tocado, él era él que me tenía que cuidar, pero no lo hizo, abuso de mí. Después, vino Don José, el cual me uso cuantas veces quiso, mi vida realmente no valía nada, al menos eso creía en aquel entonces, hoy escribo estas líneas y me doy cuenta que sí vale mi vida.

Llegamos a una casa en la colonia Santa María La Rivera, en una vecindad de arquitectura porfiriana nos encontrábamos, éramos 13 mujeres y 10 hombres, de distintas edades, los más pequeños de 11 años y los más grandes de 15, a veces ni comíamos, estábamos en malas condiciones de higiene, pero a los que nos usaban para vender nuestro cuerpo, sin duda nos tenían limpios o limpias.

Así fue, en avenida Circunvalación donde me vendieron por segunda vez en mi vida, pero la primera que yo pedía la cantidad por aquello, recuerdo que se acercó un taxista, gordo, velludo, de un aspecto no muy bueno, olía feo, y me preguntó que cuánto cobraba por mis nalgas, le respondí que $300 pesos (le subí $50 pesos más, para poderme comprar algo para comer, en realidad mi precio era de $250), y que incluía la habitación, le mencioné, acepto y así fuimos a dar al Oasis, un hotel a dos cuadras de donde me encontraba parada.

Fue extraño, tuve un cliente que solo me besaba mis nalgas, y de ahí en fuera no hacía nada, me sorprendió que no me penetrará. Con el pasar del tiempo descubrí de que había todo tipo de clientes, con fetiches como el del taxista, aquellos que tenían fantasías de que yo fuera su enfermera, aquellos que les gustaba el masoquismo, de todo he visto con esta profesión, porque no es oficio, tienes que tener buenas técnicas para que sigas teniendo clientes, sí no, no funciona esto.

A la edad de 23 años escapé del D.F., era de las buenas, de las mejores que tenía la mafia para hacer dinero, salí en la noche como si fuera a trabajar, me encontraba en avenida circunvalación, pasó mi amigo taxista por mí, siempre fue mi cliente, así que fue también mi cómplice, se enamoró de mí, solía pasar con algunos clientes, me llevó a la central camionera, con la condición de que le escribiría donde estaba para que me siguiera visitando, ingenuo el tipo, ya parece, que tal si me descubrían.

Al llegar a la estación le di $500 pesos por el favor, tome el primer camión que saliera del D.F., y mi destino fue Acapulco, al llegar al lugar, no tenía estudios, no conocía a nadie, el empleo que podía encontrar era en los hoteles, pero pagaban muy a poco, a lo que yo estaba acostumbrada a ganar, así que opte por prostituirme nuevamente, total soy buena en esto.

Un día, llegó un empresario apuesto, me hablo, y me dijo que me daría todo lo que quisiera con tal de estar con él 5 horas, acepté, platicamos, tuvimos sexo, vimos televisión, realmente extraño, al finalizar el tiempo, me pagó la enorme cantidad de $10,000 pesos, nunca había recibido tanto.

Pasaron 3 días, y volvió a buscarme, y nuevamente la misma cantidad de dinero me daba, así estuvimos durante 5 meses, con el tiempo y las bellas palabras que me decía me fui enamorando, nunca nadie me había tratado también, siempre me hablaban con majaderías, como si fuera un objeto, hasta mis padres, una noche mientras hacíamos el amor, sin que se diera cuenta rompí el condón, y la sorpresa fue que después de nueve meses llegó Ismael a mi vida, pero venía acompañado de Israel.

Para aquel entonces, su padre ya había regresado a Francia, su tierra de origen, nunca más supe de él. Ahora, mis hijos ya tienen 7 años, pero para ellos soy su enfermera, pero en realidad sigo siendo la misma prostituta que siempre he sido toda mi vida, son unos hermosos, tan estudiosos, obedientes y traviesos, cuando no hay clientes llegó a tiempo para contarles un cuento y cuando hay mucho trabajo, ahorro para ellos, ya que el cuerpo no da de por vida grandes beneficios.

Es por ello que me considero una actriz, porque cada que salgo de su humilde casa, salgo vestida como enfermera, pero al llegar al Caribe, que es el bar en donde trabajo, me cambió, ya hasta mis compañeras saben mi historia, solo se ríen. Nunca quiero que mis hijitos se enteren de lo que hago, ojala me lo perdone Dios.

Soy María, a los 13 años me cambiaron por una vaca, a esa misma edad por $10,000 pesos, y tres meses antes de cumplir los $14 tuve mi primer cliente como prostituta o sexo servidora, como quieras llamarle, a los 23 años fui madre de dos hermosos gemelos, hoy tengo 30 años y sigo siendo una sexo servidora que ve por el bien de sus hijos, no me juzgues por lo que soy.

No hay comentarios: