Mi nombre es Miguel y esta es mi historia:
Todo comenzó cuando tenía 15 años, mis padres tenían problemas en el
matrimonio, así que decidieron separarse, como hijo único me afectaba, ya que
todo este tiempo había estado con ellos a su lado, realmente los amaba, pero
había algo más... algo dentro de mí que no sabía expresar.
Mi madre todas las noches lloraba porque mi padre ya no estaba a su lado, yo
la observaba y no sabía si llorar con ella o salir corriendo a buscarlo, lo que
sabía es que yo también deseaba que estuviese ahí para mí, en el momento en que
yo quisiera.
Habían pasado dos meses de su partida y no sabíamos nada de él, mi madre
seguía trabajando duro en la panadería que era la que nos daba de comer, y
donde todas las mañanas mi padre la ayudaba, yo no porque iba a la escuela,
pero me gustaba observar como mi papá cargaba con esos brazos fuertes los
costales de harina.
Un día saliendo del colegio, decidí ir a buscarlo a la ciudad, donde según
vivía con mi abuela paterna, así que corrí y tomé el primer tren rumbo a
Mérida. Al llegar la tarde era nublada al parecer había mal tiempo, así que
pedí informes sobre la dirección donde vive mi abuela, ya que no conozco, pues
ella venía a visitarnos cada navidad al pueblo y nosotros nunca íbamos a su
hogar, ahora era donde dudaba de la existencia de ese paradero, pero necesitaba
salir de dudas para encontrar a mi padre, ya que tenía algo muy importante que
decirle, que siento y que deseo...
La calle existía, la colonia también, lo único erróneo era el código postal,
pero aún así decidí ir a ese lugar a encontrarme con él... tomé un taxi que me
llevara hasta ahí, al llegar le dí mis últimos $30 pesos, había llegado, podía
encontrarme con la sorpresa de que él estaba ahí y pudiese quedarme a vivir con
él, o de que nadie de la familia viviese en ese lugar, pasaban mil preguntas en
mi cabeza ¿qué voy a comer sí nadie vive ahí?, ¿cómo me voy a regresar con mi
madre?, ¿cuál será su reacción?...
Según mi madre, mi padre nos había dejado por otra mujer, pero en su rostro
de se veía el odio, el rencor y el orgullo, todo junto, mi padre ya la
había engañado con otras mujeres y no se ponía así, yo imaginaba otra
cosa, que tal ves estaba metido en las drogas o en cosas ilegales, y que por
eso nos había abandonado, aunque realmente peleaban mucho.
Al llegar al número 92 de la calle, toque el timbre y salió una señora de
aspecto enfermo, me preguntó "¿qué quieres aquí?, vete no tenemos
comida", casi me cierra la puerta si no meto el pie, le respondí
"vengo a buscar a mi abuela Cándida, vive aquí", la señora se quedó
fría con aspecto de muerto, y dijo "¿Cándida es tu abuela?, pero..."
y salió mi abuela de un portal de madera, ella lloraba y corrió a abrazarme,
por un momento pensé que lloraba porque no estaba de acuerdo que mi padre nos
abandonara o de la emoción de que creyo que la venía a ver exclusivamente a
ella.
Me abrazó con sus manos pecosas y cansadas de todo el trabajo que ha
recorrido en su pesada vida, la sentí tan delgada, tan chiquita, ya no era la
misma, y lloraba y lloraba y solo decía "lo siento hijo, lo siento",
por un momento pensé que mi padre había muerto, así que le pregunté ¿qué pasa
abuela?, ella respondió vienes por lo de tú padre, verdad", vine a
buscarlo, pero no sé que pasó, porqué estas así, dije.
Me pasó a su departamento y me dijo "yo no estoy de acuerdo con él,
deberías de ir a buscarlo para ver si a tí si te hace caso", pero qué
tiene abuela, le volví a insistir, ella no respondió, solo me dio la dirección
para que lo fuera a buscar, y dinero para el taxi, sin antes invitarme a comer
una sopa caliente, que ya me hacía falta para tener energías y tal ves para lo
que me esperaba después al momento de ver a mi padre.
Al salir de la casa de mi abuela, un viejo amigo de la infancia de mi padre
se ofreció a llevarme, yo iba dispuesto a todo, a decirle lo que sentía, quería
y deseaba, he de confesar que siempre en mi mochila llevo una navaja, ya que a
veces muchos en el pueblo dicen que soy extraño, y de alguna u otra forma tengo
que defenderme, el amigo de mi papá conducía rápido, y mi mente viaja a la
velocidad del aire que movía mi cabello largo.
Al llegar al lugar, el viejo me dejó ahí y se regresó con la abuela, era un
tipo de vecindad en donde vivía mi padre, pensé "dejo el hogar, por
venirse a vivir a esta pocilga", caminaba con temor, había gente sucia,
niños llorando por todos lados, y eso que vivo en un pueblo, estoy acostumbrado
a la humildad, pero esto era deprimente, pregunté que en dónde vivía el señor
Joaquín, me dijeron que en el cuarto de hasta el fondo.
Caminé por el pasillo largo, observando a las personas que se encontraban
ahí y ellos me miraban a mí, al llegar, la puerta era una cortina, al abrirla
espera ver a mi padre con otra mujer, entré despacio, le quería dar una
sorpresa, pero en esa habitación donde solo había una mesa no se encontraba
nadie, había un segundo cuarto y se escuchaba ruido de alguien teniendo
relaciones sexuales, caminé despació, mis ojos estaban preparados para ver a mi
padre desnudo, que era lo que siempre había soñado, ya que estoy enamorado de
él...
Al momento de acomodarme para poder ver desde la rendija de la cortina, pude
ver que él estaba ahí desnúdo, excitado en su totalidad, teniendo sexo
desenfrenado y con una pasión inolvidable, que hoy en día recuerdo dentro de
estas cuatro paredes frías que me encierran, pero al subir un poco más la
mirada, me dí cuenta que sí, que ahí estaba la otra persona, supe el motivo por
el que lloraba mi abuela, mi padre había confesado que era gay, y tenía
relaciones sexuales con otro hombre.
No lo toleré, entró un nudo en mi garganta, mi héroe, mi amor ahí estaba con
otro, solo lo podía compartir con mi madre y con las amantes que tenía en el
pueblo, pero un hombre, no, así que esperé a que terminarán para hacer acto de
presencia, me quedé parado, y saqué mi navaja de mi mochila...
Cuando por fin terminaron, el extraño se puso de pie, vendría por cigarrillos,
los cuales habían dejado sobre la mesa, así que me pusé detrás de la estufa, y
cuando se acercó, le lelgué por atrás, le tapé la boca, y lo acuchillé por la
espalda, él quizo gritar, pero no le dió tiempo, cayó al piso y lo seguí
picando con tal fuerza, hasta que el piso de hizo un río de sangre.
Mi padre al ver que su amante no regresaba a la cama, gritó "Gabriel,
te tardas, qué tanto haces", pero Gabriel no respondía, él estaba muerto,
me puse de pie, todo lleno de la sangre de ese fenómeno, cuando apareció en
escena mi padre, me vio, se le hizo un nudo en la garganta, bajó la mirada y
vió a su Gabriel tendido y con la mirada perdida, él en vez de venirme a
abrazar, mi insultó "qué hiciste hijo de perra, lo has matado, púdrete en
el infierno"... mi padre me hablaba así, no solo mi padre el amor de mi
vida, aún conservaba la navaja en mi mano, y mientras él abrazaba a su Gabriel
y lloraba a lado de él, se lo colocó entre sus brazos como si fuera su bebé, no
toleré más esta situación, así que le dí un navajazo en el cuello, él me miro y
yo solo le dije "eres el amor de mi vida, nunca pensé que me lastimarás
así"... y cayó al piso muerto, junto con su Gabriel...
Hoy me encuentro en una cárcel psiquiátrica, y todas las noches Joaquín mi
padre, viene a molestarme, pero sí hablo mal de Gabriel él se va... esta es mi
historia, por el cual estoy recluso, y mi carta de despedida, ya que la navaja
que mató a mi padre, aún la conservo, y hoy después de 9 años de su muerte he
decido irle a buscar, para que nuestro amor vuelva a surgir como cuando era
niño...