Era un lugar desconocido para nosotros, habíamos leído en Internet que era especial para la gente con sentimientos como la de nosotros, en donde no había reglas, solo disfrutar del momento y de los placeres que te da la vida. Al llegar tú y yo a ese edificio en una muy buena colonia de la Ciudad, nos registrábamos, pagamos nuestra entrada y decidimos abrir la primera puerta de seguridad, así hasta pasar las tres puertas, pensamos un lugar “muy seguro”.
El lugar es oscuro como las tinieblas, pero a tu lado me sentía protegido y los dos nos protegíamos al mismo tiempo de algo desconocido para nosotros, podíamos observar a hombres que se saludaban, pensamos en “clientes frecuentes”, ya que es raro quien va con su pareja o con un grupo de amigos, por lo regular entran hombres solos y de todo tipo, con todos los perfiles, guapos y feos, pero todos tienen un objetivo “disfrutar de una excitación total”.
Recorrimos los tres pisos del lugar, era como estar dentro de un condominio con unos 50 departamentos, unas escaleras de caracol, lugares oscuros, con luces rojas, con luces azules, completamente oscuros y en el tercer piso había una terraza con unos arbustos y se podía observar la noche acompañada de sus amigas las estrellas y la luna de la ciudad que brillaba, era grande y completamente blanca.
Después de que varias personas se nos acercaran para tener un encuentro sexual o faje con nosotros, no aceptábamos, nosotros estábamos ahí por conocer y nos unía el amor que predomina entre tú y yo, era como estar en un gran cuarto oscuro pero con camas, sillones, bebidas, televisiones, música, era mejor que el Rectum de la película Irreversible.
Paseamos por todos lados, necesitábamos encontrar un lugar donde solo estuviéramos tú y yo compartiendo nuestra intimidad, siempre estuvimos tomados de la mano, así caminábamos por esos pasillos, laberintos, cuartos y escaleras, de repente el lugar se comenzó a ver vacío, ya eran altas horas de la noche, a pesar de que está abierto las 24 horas del día, nosotros seguimos ahí conociendo, caminando, observando y riéndonos de las personas que veíamos ahí.
Subimos al tercer piso, nos sentamos en una de las bancas de la terraza, me apretaste de la mano, te voltee a ver y me paraste con solo dirigir mi mano, quedamos de frente observándonos, me tomaste de la cintura y me dirigiste a tus labios rosas, aquellos delgados y suaves, nuestros labios se juntaban y comenzaban a bailar al ritmo de nuestro amor, nos besamos con una pasión, con un amor, con ternura, mientras tu estabas sentado en la banca, decidiste abrir tus piernas y quede en medio de ellas, nuestros cuerpos se juntaron más, se besaron más, me abrazabas y yo acariciaba tu cuello y a la vez tu cabello, nuestros ojos cerrados y entregados al momento, decidí abrir mis ojos y pude observar como disfrutabas el momento, fue maravilloso verte así, aún lo recuerdo y se me pone la piel chinita.
Después de estar así 20 minutos dentro de la terraza disfrutando de la noche, decidimos cambiarnos de lugar, y bajamos a la planta baja, ahí se encontraba completamente vacía, se podía escuchar la música de fondo, decidimos sentarnos en el sillón rojo de piel en forma de triángulo, te sentaste, me tomaste de las dos manos, y comenzamos a besarnos, poco a poco mis piernas se abrieron para sentarme entre tus piernas, me abrazaste más fuerte, podía sentir tus manos blancas y grandes como me presionaban hacia tu pecho, diciendo que te pertenezco y que no soy de nadie, atrapándome entre tus brazos, me besabas y más me besabas, era un momento inolvidable, podía sentir tu lengua como recorrían mis dientes, mi lengua pasaba por tus dientes, y en un momento nuestras lenguas se encontraban para jugar entre ellas, nos mordíamos los labios, nos chupábamos la lengua, el momento comenzaba a ponerse cada vez mejor, cada vez el amor se convertía en más pasión…
De repente te reíste y me ganó la risa a mí, dijiste “porqué no fuimos a otro lugar más intimo”, así que me diste otro beso más suave y corto, de aquellos que saben rico, nos pusimos de pie y pedimos un cuarto para nosotros dos, así fue como llegamos a un lugar de cuatro paredes que nos protegía, nos daba privacidad, nos envolvía en más pasión, nos observábamos y cada vez más nos deseábamos como locos.
Desde que cerramos la puerta comenzamos a besarnos, nos mordíamos, pasaba nuestra lengua por todos lados, nuestras cabelleras se iban despeinando con forme aumentaba el movimiento de nuestras manos, te aventé a la cama y me lancé sobre ti, comenzamos a besarnos más, nuestros cuerpos rozaban y comenzaban a moverse como un gusano entre ellos, podía sentir como nuestro corazón iba poniéndose duro y crecía a la vez.
Te quité la playera y yo hice lo mismo, nuestros labios no se separaban, desabroché tu cinturón, bajé tu bragueta, te quité los tenis y bajé tu pantalón, boté también mis tenis al suelo y con ello se escuchó el ruido de un metal caer, era el cinturón de mi pantalón que también se había desapoderado de mis piernas, me quité las calcetas y con ello mi bóxer, tu acostado en la cama comencé a bajarte el bóxer, poco a poco hasta que se pudo observar la parte más íntima de tu cuerpo que en ese momento me pertenecía, conforme te iba bajando el bóxer, llegué a tus pies y te quité las calcetas, así tanto el bóxer como calcetas se despojaron de tu hermoso cuerpo blanco.
Así que comencé desde tus pies, les di un beso y comencé a jugar con mi lengua, a saborear tu sudor, tu olor, tu humor, comiéndome cada una de tus células de la piel, mi lengua comenzó a subir por tus tobillos, pantorrillas, rodillas e iba subiendo, paso por un lugar sagrado, para continuar con el abdomen delgado y marcado, llegué a tus pezones, tu cuello, hasta que llegué a tu boca, me tomaste de las mejillas, me volteaste y quedaste encima de mí, comenzamos a besarnos con más pasión acompañada de amor. Tú hiciste lo mismo que yo contigo.
Después te paraste sobre la cama, yo me senté y mi lengua comenzó a alabar, a besar y a limpiar esa parte tan tuya, tan mía, tan nuestra, podía ver tus ojos en blanco, con cada placer que te otorgaba, con cada movimiento delicado y brusco a la vez, vi tus ojos cerrados, podía escuchar tus suspiros salir por tu boca, tu respirar más fuerte, tu pecho vibraba, así que yo aumentaba la velocidad, ahí estábamos tú y yo, entregamos el uno para el otro.
Después me retiraste, y comencé a sentir como entrabas dentro de mí, era un dolor inexplicable que se convertía en uno de los mejores placeres que te puede dar la vida, en cada movimiento sentía una vibración diferente, una sensación diferente y con esto me hacías llegar al universo, podía sentir tu amor, tu pasión, tu fuerza y tu delicadeza a la vez, era un momento increíble, nuestros cuerpos estaban unidos, estaban entregados como nunca antes lo habían hecho, entraba y salía, de todos las formas que pudimos inventar, hasta que pude sentir la miel que brotaba de tu cuerpo, estaba hirviendo así como cuando mi miel brotó dos segundos después de ti.
Nos besamos nuevamente, te recostaste, yo sobre tu pecho, mientras te acariciaba tu pecho y tú me abrazabas, charlábamos sobre nuestra nueva experiencia, el lugar que habíamos conocidos juntos, nos dimos un beso, nos prometimos amor eterno y dormimos un rato.
El lugar es oscuro como las tinieblas, pero a tu lado me sentía protegido y los dos nos protegíamos al mismo tiempo de algo desconocido para nosotros, podíamos observar a hombres que se saludaban, pensamos en “clientes frecuentes”, ya que es raro quien va con su pareja o con un grupo de amigos, por lo regular entran hombres solos y de todo tipo, con todos los perfiles, guapos y feos, pero todos tienen un objetivo “disfrutar de una excitación total”.
Recorrimos los tres pisos del lugar, era como estar dentro de un condominio con unos 50 departamentos, unas escaleras de caracol, lugares oscuros, con luces rojas, con luces azules, completamente oscuros y en el tercer piso había una terraza con unos arbustos y se podía observar la noche acompañada de sus amigas las estrellas y la luna de la ciudad que brillaba, era grande y completamente blanca.
Después de que varias personas se nos acercaran para tener un encuentro sexual o faje con nosotros, no aceptábamos, nosotros estábamos ahí por conocer y nos unía el amor que predomina entre tú y yo, era como estar en un gran cuarto oscuro pero con camas, sillones, bebidas, televisiones, música, era mejor que el Rectum de la película Irreversible.
Paseamos por todos lados, necesitábamos encontrar un lugar donde solo estuviéramos tú y yo compartiendo nuestra intimidad, siempre estuvimos tomados de la mano, así caminábamos por esos pasillos, laberintos, cuartos y escaleras, de repente el lugar se comenzó a ver vacío, ya eran altas horas de la noche, a pesar de que está abierto las 24 horas del día, nosotros seguimos ahí conociendo, caminando, observando y riéndonos de las personas que veíamos ahí.
Subimos al tercer piso, nos sentamos en una de las bancas de la terraza, me apretaste de la mano, te voltee a ver y me paraste con solo dirigir mi mano, quedamos de frente observándonos, me tomaste de la cintura y me dirigiste a tus labios rosas, aquellos delgados y suaves, nuestros labios se juntaban y comenzaban a bailar al ritmo de nuestro amor, nos besamos con una pasión, con un amor, con ternura, mientras tu estabas sentado en la banca, decidiste abrir tus piernas y quede en medio de ellas, nuestros cuerpos se juntaron más, se besaron más, me abrazabas y yo acariciaba tu cuello y a la vez tu cabello, nuestros ojos cerrados y entregados al momento, decidí abrir mis ojos y pude observar como disfrutabas el momento, fue maravilloso verte así, aún lo recuerdo y se me pone la piel chinita.
Después de estar así 20 minutos dentro de la terraza disfrutando de la noche, decidimos cambiarnos de lugar, y bajamos a la planta baja, ahí se encontraba completamente vacía, se podía escuchar la música de fondo, decidimos sentarnos en el sillón rojo de piel en forma de triángulo, te sentaste, me tomaste de las dos manos, y comenzamos a besarnos, poco a poco mis piernas se abrieron para sentarme entre tus piernas, me abrazaste más fuerte, podía sentir tus manos blancas y grandes como me presionaban hacia tu pecho, diciendo que te pertenezco y que no soy de nadie, atrapándome entre tus brazos, me besabas y más me besabas, era un momento inolvidable, podía sentir tu lengua como recorrían mis dientes, mi lengua pasaba por tus dientes, y en un momento nuestras lenguas se encontraban para jugar entre ellas, nos mordíamos los labios, nos chupábamos la lengua, el momento comenzaba a ponerse cada vez mejor, cada vez el amor se convertía en más pasión…
De repente te reíste y me ganó la risa a mí, dijiste “porqué no fuimos a otro lugar más intimo”, así que me diste otro beso más suave y corto, de aquellos que saben rico, nos pusimos de pie y pedimos un cuarto para nosotros dos, así fue como llegamos a un lugar de cuatro paredes que nos protegía, nos daba privacidad, nos envolvía en más pasión, nos observábamos y cada vez más nos deseábamos como locos.
Desde que cerramos la puerta comenzamos a besarnos, nos mordíamos, pasaba nuestra lengua por todos lados, nuestras cabelleras se iban despeinando con forme aumentaba el movimiento de nuestras manos, te aventé a la cama y me lancé sobre ti, comenzamos a besarnos más, nuestros cuerpos rozaban y comenzaban a moverse como un gusano entre ellos, podía sentir como nuestro corazón iba poniéndose duro y crecía a la vez.
Te quité la playera y yo hice lo mismo, nuestros labios no se separaban, desabroché tu cinturón, bajé tu bragueta, te quité los tenis y bajé tu pantalón, boté también mis tenis al suelo y con ello se escuchó el ruido de un metal caer, era el cinturón de mi pantalón que también se había desapoderado de mis piernas, me quité las calcetas y con ello mi bóxer, tu acostado en la cama comencé a bajarte el bóxer, poco a poco hasta que se pudo observar la parte más íntima de tu cuerpo que en ese momento me pertenecía, conforme te iba bajando el bóxer, llegué a tus pies y te quité las calcetas, así tanto el bóxer como calcetas se despojaron de tu hermoso cuerpo blanco.
Así que comencé desde tus pies, les di un beso y comencé a jugar con mi lengua, a saborear tu sudor, tu olor, tu humor, comiéndome cada una de tus células de la piel, mi lengua comenzó a subir por tus tobillos, pantorrillas, rodillas e iba subiendo, paso por un lugar sagrado, para continuar con el abdomen delgado y marcado, llegué a tus pezones, tu cuello, hasta que llegué a tu boca, me tomaste de las mejillas, me volteaste y quedaste encima de mí, comenzamos a besarnos con más pasión acompañada de amor. Tú hiciste lo mismo que yo contigo.
Después te paraste sobre la cama, yo me senté y mi lengua comenzó a alabar, a besar y a limpiar esa parte tan tuya, tan mía, tan nuestra, podía ver tus ojos en blanco, con cada placer que te otorgaba, con cada movimiento delicado y brusco a la vez, vi tus ojos cerrados, podía escuchar tus suspiros salir por tu boca, tu respirar más fuerte, tu pecho vibraba, así que yo aumentaba la velocidad, ahí estábamos tú y yo, entregamos el uno para el otro.
Después me retiraste, y comencé a sentir como entrabas dentro de mí, era un dolor inexplicable que se convertía en uno de los mejores placeres que te puede dar la vida, en cada movimiento sentía una vibración diferente, una sensación diferente y con esto me hacías llegar al universo, podía sentir tu amor, tu pasión, tu fuerza y tu delicadeza a la vez, era un momento increíble, nuestros cuerpos estaban unidos, estaban entregados como nunca antes lo habían hecho, entraba y salía, de todos las formas que pudimos inventar, hasta que pude sentir la miel que brotaba de tu cuerpo, estaba hirviendo así como cuando mi miel brotó dos segundos después de ti.
Nos besamos nuevamente, te recostaste, yo sobre tu pecho, mientras te acariciaba tu pecho y tú me abrazabas, charlábamos sobre nuestra nueva experiencia, el lugar que habíamos conocidos juntos, nos dimos un beso, nos prometimos amor eterno y dormimos un rato.