No hay día que no pase por aquella alameda y mi mente evoque cientos de recuerdos a tu lado, emociones, sentimientos, y siempre es un suspiro más recordando aquellos sueños que no eran una fantasía, si no una realidad, una realidad que tú y yo decidimos vivir y enfrentar.
Quisiera detener el tiempo y ordenar que regresara al pasado, y volver a tener esos días felices que me diste, las risas, los helados, las platicas, los partidos, las travesuras, la esquina que nos llevaba a nuestros rumbos, las papas, los hot dogs, la música… quisiera volver a escuchar tu voz con esa alegría y simpatía, verte caminar seguro por esa acera, quiero regresar el tiempo a esos días, y detenerlo, que no continúe avanzando para seguir disfrutando los momentos felices a tu lado.
Esa acera vio mucho, nos conoce tanto, nos observó durante tres años, cada que nos miraba suspiraba por ver una historia, nuestra historia, ahora veo la acera y sigue viendo pasar el tiempo, sigue viendo parejas y desparejas, amistades y enemigos, pero nunca de los nunca verá a dos personas tan ilusionadas y entregadas como tú y yo.
La acera provocaba que sí no estábamos juntos, volteáramos a observar alrededor de ella, y así era como muchas veces nos encontrábamos. Aún evoco los pasos lentos y pesados que dábamos por ahí, queriendo hacer más lento el tiempo para estar juntos, para conocernos más, para entregarnos amor uno al otro.
Pero lo más mágico de esa acera, fue una noche de octubre, aquellas donde caen tormentas del cielo, tú y yo corríamos mojados por las calles, hasta que llegábamos a la acera que se encontraba en aquella alameda, nos cubríamos de la lluvia, aunque estábamos empapados, nos protegíamos mutuamente con nuestros brazos, esperando así la cápsula que nos llevaría a nuestros destinos de regreso, me tomaste por la cintura, y me besaste bajo la lluvia, el frío se nos quitaba y nos calentábamos con besos de amor, besos de ternura, nadie nos observaba, solo la noche, la luna, la tormenta y la acera.
Bajo la lluvia me declarabas tu amor, y yo me entregaba a él, correspondiéndote de la misma manera en que tú lo hacías, es por ello que digo hoy, que te amé, te amo y te amaré por siempre…
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