domingo, 8 de abril de 2012

La banca de los sueños...


Mis piernas se deslizaban por las banquetas de las calles solitarias de esta ciudad, la noche, la hermosa luna, las pocas estrellas que se ven en el D.F., los ladridos de los perros encerrados dentro de sus hogares, gatos callejeros, el alumbrado del carro que aparecía de la nada, mi mente llena de fantasías e ilusiones me acompañaban.

Pensaba, creaba historias, imaginaba, evocaba, y no sabía si me hacía más feliz o me dolía cada vez más el no tenerte... 

A veces sentía que era feliz viéndote como si fueras un objeto de algún museo que dice "ver, no tocar", o leyendo lo que haces a través de las redes sociales, las platicas que teníamos algunas veces... al llegar a Reforma, pude darme cuenta de que estaba completamente solo, ni un alma, a lo lejos vi una banca que era calentada por una lámpara que se encontraba a un costado, así que tomé asiento, me recargué, levanté la mirada al cielo, mi mente se puso en blanco y fué donde ocurrió lo siguiente:

"Despertaba de una larga noche de dormir, tenía que comenzar con las actividades laborales, al abrir los ojos pude observarte de lado derecho de la cama dormido, con tú piel blanca como la leche, tú cabello dorado como los rayos del sol, era como ver a un ángel dormido a mi lado...

Me bañé, y al salir estabas ahí, me recibías con una sonrisa y un beso, te estirabas, y sabías que tenías que apurarte para ir a la universidad, ya que tendrías que entregar un videoclip. Mientras te vestías, me encantaba observar como combinabas los colores, entre pantalón blanco, playera de tres tipos de colores, tus tenis café, y una sudadera morada, tal ves no lo hagas como un maniquí, pero para mí en ese momento y siempre pensaba "eres mi modelo favorito".

Nos despedíamos, y nos deseábamos un buen día acompañado de un gran beso, largo, tierno, apasionado, mi piel vibraba al sentir tú lengua, tus manos tocandome por los brazos y apretándome hacía a ti.

Transcurría el día, y no dejaba de pensar en ti, de recordar que te conocí a los 15 años, que éramos todos unos adolescentes, y que hasta la fecha seguíamos juntos con 23 años.

Al llegar al departamento en que vivímos, estaba el perro, y tú no estabas, así que me senté a observar pasar a las personas desde la ventana, a esperar a tú llegada, cuando vi la silueta de la que me enamoré, de la que me hizo vibrar e ilusionarme la primera vez que la vi, sonreí.

Cuando entraste, te recibía con un abrazo, sacabas unos boletos de avión, eran para la mañana siguiente, al ver el destino, era "Cancún", decías que renunciaríamos a todo lo que tenemos en nuestra ciudad, y que estos boletos no tenían fecha de regreso, que iríamos a vivir una vida, nuestra vida, sin que nadie nos molestara a la orilla del mar.

Nos dimos un gran beso, por ti estaba dispuesto a irme con tal de que fuera a tú lado, esa noche hicimos el amor una infinidad de veces, no dormíamos, celebrabamos nuestro amor a cada instante, conociendo cada segundo nuestros poros de la piel, transpirandonos el uno para el otro, compartiendo fluidos que desprendía nuestra piel caliente, así fué como vimos salir el sol...

Corrimos al baño, empacamos lo más que pudieramos, metimos al perro en la jaula, nos subimos al auto y llegamos al aeropuerto, era un día jueves, y no me presentaría a trabajar, me iba así sin dar las gracias, más tarde me comunicaría, y tú dejando tus estudios y todo aquello que te importa.

El avión por fin llegó a Cancún, buscamos un hostal en donde poder dormir mientras encontrábamos algo que rentar para vivir ahí... Fuimos a la playa, nadamos desnúdos en el agua cristalina y salada, hicimos el amor dentro de ella, me sentía libre, protegido de estar entre tus brazos, y plenamente feliz de poder compartir este momento contigo..."

Al abrir los ojos, me dí cuenta de que me había quedado dormido en la banca, y que todo era un sueño, no estabas ahí, yo me encontraba solo, desperté con una sonrisa, y con una lágrima que escurría por mi mejilla...

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