domingo, 25 de abril de 2010

Mientras dormía...


Hoy me veía mientras dormía, fue una sensación extraña verme acostado, suspirando y soñando tal vez en algo que sea una falacia o una elucubración que me lleve al éxtasis o una vida imaginaria, que al final de cuentas termina siendo una fantasía.

Dejo de importarme seguir observándome, así que decidí salir por la ventana, al momento de hacerlo, mi cuerpo se elevaba, me encontraba flotando y no sentía mi peso, era ligero como cuando una pluma se eleva por el viento sin rumbo fijo, yo podía ver todo desde arriba, tenía un objetivo, que era buscarte.

Desde arriba podía observar aquella calle, aquel número que me trae buenos recuerdos, y esa esquina que fue recuerdo de muchos puntos de encuentro, en donde se vivía una fantasía o una realidad, un cuento o imaginación, nunca lo sabré…

Siempre cuando estoy despierto paso por ahí, es con la ilusión de volverte a ver, de encontrarte y de que me regales un abrazo, de esos que me dabas tan fuerte y a veces llegaban hasta agarrarme los glúteos.

Realmente, no se si en este momento me encuentre despierto, soñando o muerto, solo se que puedo flotar y tengo un objetivo, que es que regreses a mi, de repente esa calle se pinta de color rosa, y el cielo en un violeta, me recuerdan a tus colores favoritos, creo que sale vapor azul y es en donde se juntan los tres colores que más nos gustaban, pero sigo sin verte.

Mi cuerpo se eleva, y dice que mi mente, que siga a la persuasión, a esas calles estilo francés por donde algunas veces caminamos, reímos e hicimos de lo nuestro un secreto, puedo ver ese quiosco y una alameda, la cual me recuerda un gesto en tu rostro, ya que es el mismo que hacías, cuando el sol te daba en la cara, mi fantasía se vuelve nuevamente color rosa y el cielo violeta, y ese vapor que no se de donde provenga que es de color azul, nuevamente nuestros colores, pero no te encontré ahí.

Mi mente pide que busque por todos los lados en los que andábamos, que siga buscando, una luz verde se ve a lo lejos, me llama la atención y voy hacia ella, en ella puedo ver aquellas escaleras donde te conocí, aquel balcón por el que te asomabas, el patio grande y con esas flores rojas que siempre lo acompañaban, y que alguna vez fueron testigo de lo nuestro.

Esta vez, los colores se combinan y hacen un color extraño, un olor hermoso, y puedo pensar en nuestro amor, aquel amor que alguna vez dio fruto y hoy en día gracias a un karma sigue dando fruto inconcientemente, aquel amor que extraño, aquella sonrisa que me hacía reír, sigo sin encontrarte, me desesperó, pero mi intuición dice que siga buscando, que al final tendré un buen resultado.

Nuevamente me elevo y giro por el cielo, es una sensación extraña el sentir que uno flota buscando algo, y esa intuición que me dice que te busque, me hace regresar a esa calle, que fue testigo de nuestros encuentros, en donde cerrábamos los ojos y el tiempo dejaba de existir, porque solamente éramos tu y yo…
Lo extraño, es que mientras floto, no hay nadie en las calles, y en ningún otro lado, ahí esta esa esquina, con aquel número cinco y un pino, el cual la distinguía.

Dejo de flotar, mis piernas se ponen derechas y comienzan a caminar por esa calle, la cual se llena de un vapor blanco, que huele a bosque húmedo, veo a alguien sentado de espaldas, es el mismo cabello, la misma espalda, la misma camisa con la que te conocí, no lo puedo creer, eres tú…

Ahí te encuentras como todas las mañanas, tardes y noches que nos veíamos en ese lugar, mi ilusión me vuelve a la vida nuevamente, mi corazón palpita, te toco el hombro, volteas, y nuestra primera reacción es un abrazo fuerte con su distinguido apretón de glúteos, ahí estamos tu y yo, abrazados, y diciéndonos “te extrañé todo este tiempo, nunca nos volveremos a separar”.

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