Acaba de ser el mes de octubre y me encontraba muy feliz, ya lo fuera por mi carrera, éxito y demás cosas que me harían ver como un egocentriste total, pero al final de cuentas tenía un buen sabor de boca y una sensación en el estómago que me decía "presentir algo bueno en mí", o al menos eso pienso, siento o que se yo, a todos nos ha pasado tener este tipo de experiencias.
Me reencontraría con un viejo amigo de la facultad, aunque no somos de la misma profesión somos amigos desde entonces, cada quien había hecho su vida años después de terminar la carrera, y nos habíamos perdido la huella por completo, pero un día en un café nos reencontramos para volvernos a juntar como en los viejos tiempos, habíamos alquilado una cabaña en una montaña cerca de nuestra ciudad, por una semana completa, ya que las vacaciones que me daban en la compañía eran en el mismo lapso de tiempo con las de mi amigo.
Llegaríamos al mismo lugar pero no juntos, realmente no sabía que nos esperaba, que podría pasar en aquellos días, él no iría con su familia, ni yo con la mía pues aún sigo soltero. Así fué como llegué a dicho lugar, acomodándome y notando que había dos camas las cuales se encontraban en la misma habitación, supongo que no habría problema con mi amigo en compartir piso, pues éramos grandes amigos...
Al llegar Israel al lugar, ahí estaba yo sentado mirando al bosque y el gran volcán que se asomaba por una de las ventanas, no lo había escuchado llegar, así que me espantó, nos saludamos con un fuerte abrazo, un apreton de manos y un beso en la mejilla, reíamos por lo chistoso que se había visto, aunque notaba una mirada rara en él, entre la alegría, la nostalgia, el enamoramiento y hasta temor, pero era algo por lo que no debía preocuparme, ya que estaríamos una semana juntos, sin que nadie nos molestara.
Ese dían cociné para él, mi mente comenzó a volar a sentirse parte de algún sueño del presente y una vida anelada en el pasado, mientras comíamos él decía "que bien lo haces, supongo que haces muchas cosas buenas", entre recuerdos, risas y momentos raros nos divertíamos en la cabaña, poníamos música instrumental lo que le daba un clima al lugar más relajante, fué cuando optamos por abrir la primer botella de vino y así recordamos aquella época en la que yo me enamoré de Israel y hoy, hoy estábamos juntos...
La luna comenzaba a caer, y con ello el frío, la platica aumentaba y aumentaba, realmente era un momento nuy agradable, y esperábamos que los siguientes días fueran así...
Israel se recargó en mi pecho, pude comprobar lo caliente que se encontraba su piel caliente sobre la mía, me dijo "abrazame", a lo cual lo cubrí con mis brazos, era como si tuviera a mí propio bebé entre mí, ahí estábamos bajo la ventana, la luz de la luna, nuestro calor humano y nuestra platica, "sabes... deseaba con que algún día llegara este día, desde que te conozco con forme pasaron las cosas, me dí cuenta que realmente te amo", dijo Israel, yo me quedé helado de la noticia, solo dije "¿y tú familia?", para lo cual me dijo que no me preocupara por eso, que yo era realmente su familia, me tomó por el cuello y me dió un beso, un cálido y romántico beso, un apasionado y sincero beso que duró más de 10 minutos...
Nos separamos y me susurró a la luz de la luna, en medio del bosque y con una vela encendida dentro de la habitación "hoy en esta noche fría, quiero que sepas que por siempre te he deseado, perdoname", me dió otro beso el cuál nos levantó del sofá en el que nos encontrábamos, y nos fuimos desnudando poco a poco, podíamos sentir nuestras pieles juntas, el frío que se había apagado con el calor del vino y nuestras pieles hicieron de la habitación una ola de vapor...
Sus dedos recorrían desde mi espalda hasta mi cabeza, me apretaba con tanta fuerza, que yo solo me dejaba desvanecer entre sus brazos, nos fuimos desnudándo poco a poco, mientras nos besábamos y besábamos, la noche avanzaba y con ello nuestra temperatura, pasión y ahora el amor que le había tenido reservado a Israel lo sacaba de todos lados, era por ello que estaba soltero, algo me decía que lo tenía que esperar, fuera el tiempo que fuera, ya que él realmente es el hombre al que mi corazón ama.
Hicimos el amor un par de veces, y así fue como pudimos ver salir el sol, el cantar de los pájaros eran testigos de nuestro amor, ahí estaba Israel y yo, Erick, el uno para el otro, declarándose amor para siempre, abrazados, recargados el uno en el otro, y acariciándonos nuestras pieles...
"Nunca más nos separaremos, te amo", fue lo que dijo, nos abrazamos dándonos un beso...
Me reencontraría con un viejo amigo de la facultad, aunque no somos de la misma profesión somos amigos desde entonces, cada quien había hecho su vida años después de terminar la carrera, y nos habíamos perdido la huella por completo, pero un día en un café nos reencontramos para volvernos a juntar como en los viejos tiempos, habíamos alquilado una cabaña en una montaña cerca de nuestra ciudad, por una semana completa, ya que las vacaciones que me daban en la compañía eran en el mismo lapso de tiempo con las de mi amigo.
Llegaríamos al mismo lugar pero no juntos, realmente no sabía que nos esperaba, que podría pasar en aquellos días, él no iría con su familia, ni yo con la mía pues aún sigo soltero. Así fué como llegué a dicho lugar, acomodándome y notando que había dos camas las cuales se encontraban en la misma habitación, supongo que no habría problema con mi amigo en compartir piso, pues éramos grandes amigos...
Al llegar Israel al lugar, ahí estaba yo sentado mirando al bosque y el gran volcán que se asomaba por una de las ventanas, no lo había escuchado llegar, así que me espantó, nos saludamos con un fuerte abrazo, un apreton de manos y un beso en la mejilla, reíamos por lo chistoso que se había visto, aunque notaba una mirada rara en él, entre la alegría, la nostalgia, el enamoramiento y hasta temor, pero era algo por lo que no debía preocuparme, ya que estaríamos una semana juntos, sin que nadie nos molestara.
Ese dían cociné para él, mi mente comenzó a volar a sentirse parte de algún sueño del presente y una vida anelada en el pasado, mientras comíamos él decía "que bien lo haces, supongo que haces muchas cosas buenas", entre recuerdos, risas y momentos raros nos divertíamos en la cabaña, poníamos música instrumental lo que le daba un clima al lugar más relajante, fué cuando optamos por abrir la primer botella de vino y así recordamos aquella época en la que yo me enamoré de Israel y hoy, hoy estábamos juntos...
La luna comenzaba a caer, y con ello el frío, la platica aumentaba y aumentaba, realmente era un momento nuy agradable, y esperábamos que los siguientes días fueran así...
Israel se recargó en mi pecho, pude comprobar lo caliente que se encontraba su piel caliente sobre la mía, me dijo "abrazame", a lo cual lo cubrí con mis brazos, era como si tuviera a mí propio bebé entre mí, ahí estábamos bajo la ventana, la luz de la luna, nuestro calor humano y nuestra platica, "sabes... deseaba con que algún día llegara este día, desde que te conozco con forme pasaron las cosas, me dí cuenta que realmente te amo", dijo Israel, yo me quedé helado de la noticia, solo dije "¿y tú familia?", para lo cual me dijo que no me preocupara por eso, que yo era realmente su familia, me tomó por el cuello y me dió un beso, un cálido y romántico beso, un apasionado y sincero beso que duró más de 10 minutos...
Nos separamos y me susurró a la luz de la luna, en medio del bosque y con una vela encendida dentro de la habitación "hoy en esta noche fría, quiero que sepas que por siempre te he deseado, perdoname", me dió otro beso el cuál nos levantó del sofá en el que nos encontrábamos, y nos fuimos desnudando poco a poco, podíamos sentir nuestras pieles juntas, el frío que se había apagado con el calor del vino y nuestras pieles hicieron de la habitación una ola de vapor...
Sus dedos recorrían desde mi espalda hasta mi cabeza, me apretaba con tanta fuerza, que yo solo me dejaba desvanecer entre sus brazos, nos fuimos desnudándo poco a poco, mientras nos besábamos y besábamos, la noche avanzaba y con ello nuestra temperatura, pasión y ahora el amor que le había tenido reservado a Israel lo sacaba de todos lados, era por ello que estaba soltero, algo me decía que lo tenía que esperar, fuera el tiempo que fuera, ya que él realmente es el hombre al que mi corazón ama.
Hicimos el amor un par de veces, y así fue como pudimos ver salir el sol, el cantar de los pájaros eran testigos de nuestro amor, ahí estaba Israel y yo, Erick, el uno para el otro, declarándose amor para siempre, abrazados, recargados el uno en el otro, y acariciándonos nuestras pieles...
"Nunca más nos separaremos, te amo", fue lo que dijo, nos abrazamos dándonos un beso...